Zaratustra, el profeta del fuego

Hace 3.000 años surgió en Persia una fe que explicaba la lucha del Bien contra el Mal y le fue revelada a un profeta: Zaratustra

 

Existió en realidad Zaratustra? Y, de ser así, ¿quién fue? La respuesta a estas preguntas no es fácil, y ha ido cambiando a lo largo de las últimas décadas. Para la religión que conocemos como zoroastrismo o mazdeísmo, Zaratustra –o Zoroastro, como lo llamaron los griegos– es su fundador, y su dogma principal se basa en la relación entre la divinidad suprema, Ahura Mazda ("Señor Sabio"), y su profeta, Zaratustra. Para los seguidores de esta religión no hay ninguna duda: Zaratustra fue un personaje real.

A mediados del siglo XIX, los primeros estudiosos del zoroastrismo en Europa asumieron esta idea y propusieron que Zaratustra había sido una especie de reformador de la religión ya existente en Irán, que tendría los rasgos típicos de otras religiones del ámbito indoeuropeo; uno de ellos sería el sacrificio cruento de animales, que Zaratustra habría suprimido. Por otra parte, para estos autores la predicación de Zaratustra habría generado tanto el primer monoteísmo de la historia como la primera religión de salvación, con la promesa de la victoria del Bien sobre el Mal y una vida plena en el Más Allá.

¿De dónde provenía el fundador del mazdeísmo? Según la tradición, Zaratustra plasmó la esencia de su religión en los himnos llamados Gathas, la parte más antigua del conjunto de libros más venerado del zoroastrismo, el Avesta. Como la lengua en la que están redactados los Gathas se corresponde con un dialecto oriental del iranio, se supuso que Zaratustra habría vivido en un espacio geográfico que hoy en día se reparte entre Afganistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán. Más difícil es establecer la fecha en la que vivió Zaratustra. Ésta oscilaría entre los que proponen que los Gathas fueron compuestos entre 1600 y 1200 a.C. y los que dan credibilidad a algunos autores griegos y sitúan su existencia un poco antes de la creación del Imperio persa aqueménida, en torno a 620-550 a.C.
En definitiva, hasta finales del siglo XX se consideraba que Zaratustra había sido un personaje histórico que habría comenzado una nueva religión en contraposición a la religión tradicional indoirania. Por tanto, Zaratustra sería una figura revolucionaria, comparable a otros fundadores de grandes religiones como Buda, Jesús de Nazaret o Mahoma.
Pero en los últimos veinte años algunos autores han rechazado esta idea; para ellos, en los textos antiguos no hay pruebas de que Zaratustra existiese. Según esto, el profeta sería una figura mitológica, una especie de creador mítico de una tradición religiosa, y en él debemos ver más bien la imagen ideal del hombre en relación con la divinidad. Sea como sea, todo el mundo está de acuerdo en una cosa: las noticias que tenemos sobre la vida de Zaratustra son mitológicas.
Nuestro conocimiento de su vida procede sobre todo del libro VII del Denkard (Hechos de la religión), del siglo X. Está escrito en pahlavi, una lengua irania en la que se escribió otra fuente de información: Vizidagiha i Zadspram, (Antología de Zadspram), compuesta por un sacerdote de este nombre en el siglo IX.
Zaratustra aparece en el marco de un relato característico del zoroastrismo: la historia de la Creación narrada como una sucesión de milenios
Zaratustra aparece en el marco de un relato característico del zoroastrismo: la historia de la Creación narrada como una sucesión de milenios. La narración dice que a los tres mil años de la creación del tiempo finito, Ahura Mazda y Angra Mainyu o Ahrimán, los líderes del Bien y del Mal, respectivamente, pactaron que su combate durase nueve mil años; seis mil años después de dicho pacto nacerá Zaratustra y tendrá lugar la revelación que aportará la Buena Religión (la de Ahura Mazda) a los hombres. Por fin, tres mil años después del nacimiento de Zaratustra aparecerá el último de una sucesión de tres Saoshyants o Salvadores, hijos póstumos del profeta. Como los dos anteriores, el último luchará contra el Mal, que amenaza la Creación, y logrará una completa victoria: el sol brillará durante treinta días seguidos y después tendrán lugar la última batalla contra los espíritus malignos, los daevas, la resurrección de los muertos y el juicio final presidido por Isatvastra, el hijo mayor de Zaratustra.

Un nacimiento prodigioso

Para que Zaratustra aparezca en este mundo son necesarios tres elementos: primero, un cuerpo material; segundo, su alma preexistente o fravashi, originada antes de la creación del tiempo finito, y, por último, un elemento llamado xhvarǝna que conecta entre sí a todos los Saoshyants o Salvadores, una especie de fuerza mística cuyo nombre podemos traducir como "gloria" o "prosperidad".
La historia de la concepción milagrosa de Zaratustra es una alegoría del ritual sagrado del haoma, el jugo de una planta mezclado con leche y agua en torno al que se desarrollaba la ceremonia más importante de la religión irania. Según el mito, la xhvarǝna procedente de las estrellas se transmite mediante el fuego a Dugdhow, la madre de Zaratustra. Ésta ordeña dos novillas que también han recibido milagrosamente la xhvarǝna en su cuerpo, y luego mezcla la leche con la planta del haoma. Por obra de Ahura Mazda, en esta planta se ha insertado la fravashi, el alma preexistente del profeta. Dugdhow bebe junto con su marido Purushasp dicha mezcla y se produce así la concepción de Zaratustra.
El carácter prodigioso del recién nacido se manifiesta enseguida con un hecho inusual: ríe al nacer
A causa de la fravashi contenida en su vientre, Dugdhow emite una luz sobrenatural tres días antes del parto, lo que pone en aviso a todos los hechiceros y demonios servidores del Mal; para contrarrestar su ataque, Ahura Mazda envía a su auxiliar Vohu Manah, "el Buen Pensamiento". El carácter prodigioso del recién nacido se manifiesta enseguida con un hecho inusual: ríe al nacer. Esta leyenda no sólo se conserva en las fuentes pahlavis, sino que también la ha transmitido Plinio el Viejo en su Historia natural, donde cuenta que sólo un hombre, Zoroastro, ha reído en el momento de nacer, y añade que su cerebro palpitaba de manera prodigiosa.
A partir de ese momento, el mito es una sucesión de combates entre el niño Zaratustra y los servidores del Mal, liderados por el hechicero Durasraw. Éste convence al padre del niño, Purushasp, para que lo queme sobre una pira, lo coloque en un camino estrecho por donde pasan las vacas, lo abandone en el sendero por donde van los caballos para abrevar y lo meta en la madriguera de una loba; en todos los casos, Zaratustra se salva gracias a la intervención divina.

Predicación y muerte

Cuando Zaratustra cumple treinta años (la edad en que, según la Biblia, Jesús comenzó a predicar) tienen lugar las siete entrevistas con Ahura Mazda a orillas del mítico río Daiti. El dios le revela los conocimientos de la Buena Religión, sobre todo aquellos que tienen que ver con el juicio de las almas de los hombres, el premio y el castigo para las buenas y malas acciones, y la purificación del mundo cuando los montes se derritan por el fuego y tenga lugar la resurrección de los cuerpos.
El momento más importante de la vida de Zaratustra fue la conversión del rey Vishtaspa
Aquí comienzan la vida pública y la misión de Zaratustra, que en sus diez primeros años resultan ser un completo fracaso: sólo consigue un converso, su primo Medyomah. Además, es objeto de la hostilidad de Angra Maniyu, el líder del Mal, que le envía una legión de demonios o daevas. Pero Zaratustra los derrota hasta el punto de que ya no pueden moverse de manera visible por la tierra. La fuerza de su victoria reside en la recitación de la plegaria más sagrada de los Gathas: la fórmula "Ahuna Vairya", que resulta ser el talismán más poderoso contra los demonios.
Entonces tiene lugar el momento más importante de la vida de Zaratustra, que es la conversión del rey Vishtaspa, un soberano que se convierte en patrono y protector de Zaratustra. Da la casualidad de que Vishtaspa es también el nombre de un personaje histórico, el padre del rey persa Darío el Grande. Sin embargo, la conversión de Vishtaspa tiene todos los ingredientes de un episodio mítico: los hechiceros de su corte le impulsan a torturar a Zaratustra, tormentos de los que sale victorioso; al final, el profeta cura milagrosamente las cuatro patas del caballo alazán del rey, lo que inclina la balanza a su favor. A partir de entonces comienza el período en el que la revelación de la Buena Religión se convierte en algo efectivo y Zaratustra se dedicará a difundirla hasta que muera, a los 77 años. Sólo una pequeña nota de un comentario cuenta que fue asesinado por un hechicero mientras realizaba un acto de culto.
La fe de Zaratustra y la confianza en Ahura Mazda perduraron en Irán durante siglos: en las tumbas de los soberanos aqueménidas, en los relieves de los reyes partos y en las representaciones de los monarcas sasánidas aparecerá el dios protegiendo a los reyes, que se encomendarán al divino representante del Bien, la Justicia y la Verdad.

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